Desde el corazón

Marcos Ginocchio habló por primera vez de su lucha y lo que vivió en su infancia: su sincero descargo

El ganador de Gran Hermano pasó por PH, Podemos hablar, y sacó a la luz su duros primeros años de vida. "No podía seguir así, las células del cuerpo se estaban atacado así mismas"

Marcos Ginocchio sorprendió en Gran Hermano cuando contó que no había tenido una infancia fácil. Más allá de las consultas dentro de la casa, incluso una vez que salió, pero nunca fue a fondo con lo que vivió y que lo marcó de por vida. Siempre se dijo que fue algo de gran magnitud, que llevaron a varias conjeturas.

Pero este sábado 16, Ginocchio se soltó en su paso por PH, Podemos hablar, y se refirió al tema. Tal vez por sentirse contenido por el entorno, es que se abrió. Fue luego del ida y vuelta con Julieta Poggio, con la que habló de amistad y hasta de un posible romance, y hasta de la primera cita fallida con su exnovia.

Tras ese episodio, Andy Kusnetzoff soltó: "Pasen al punto de encuentro los que sintieron que no podían solos y buscaron ayuda". Cuando le tocó a Primo, contó: "Me pasó un par de veces, cuando era chiquito, es muy largo, pero resumidamente, no daba más, me pasaron un par de cosas y no encontraba de donde agarrarme".

"¿No dabas más de qué?", quiso saber Kusnetzoff. "Fueron varios problemas de salud que tenía, que me traían mucha ansiedad, mucha depresión. Me costaba muchísimo salir. Trataba y trataba, pasaba el tiempo, creía que iba a pasar, mejorar, pero no le vía mucho sentido", agregó Marcos.

Continuando con el tema, explicó: "Me acuerdo que una vez, que estaba tan triste, porque la depresión, la ansiedad, el estrés me generaban mucha tensión. Me decían que no podía seguir así porque me habían dado unos resultados, tipo unos anticuerpos antinucleares, que era que las mismas células del cuerpo se estaban atacado así mismas. Era algo físico y emocional, iba de la mano".

"Me dieron que no podía seguir así porque había bajado mucho de peso, no tenía energías, me costaba hacer todo...y me acuerdo que una noche, llorando, le pedí a Dios que me acompañara. Ayudame, lo que tenga que ser, pero acompañame, no pudo seguir así un día más. Llorando me dormí, y al día siguiente fue como que sentí la presencia de Dios y todo empezó a mejorar", cerró, no sin antes aclarar que de chico tenía todo, pero que no era feliz. Una vez que empezó a valor, a no pasar por alto ciertas cosas, todo empezó a cambiar.

Más de Salta