Que brille para él, la luz que no tiene fin

Francisco ya descansa en la basílica de Santa María Mayor

Francisco fue despedido por una multitud pocas horas después de haber celebrado su última misa de Pascua.

El papa, recordado por acercar la Iglesia a los más necesitados y promover la ayuda a los marginados, dejó una huella profunda. Miles de personas, entre creyentes y no creyentes, pasaron la noche en vigilia en la Plaza de San Pedro, esperando para participar de la emotiva ceremonia de despedida que continuó hasta la Basílica de Santa María la Mayor.

Durante la misa, el cardenal Battista Re recordó el legado de Francisco, quien veía a la Iglesia como un "hospital de campaña" dispuesto a acompañar a todos en sus luchas. Sus mensajes sobre fraternidad y misericordia fueron destacados frente a una multitud que, bajo el sol de Roma, acompañó en silencio y emoción. Sus palabras, su llamado constante a rezar unos por otros, provocaron aplausos y lágrimas en los presentes.

Cumpliendo su deseo de un funeral sencillo y digno, el cortejo fúnebre llevó el ataúd de Francisco desde el Vaticano hasta su lugar de descanso final. Viajó en un vehículo abierto para permitir que la gente pudiera despedirse a lo largo del recorrido. Al llegar a Santa María la Mayor, tras una ceremonia íntima con cantos y oraciones, el féretro fue colocado en su sepulcro entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza.

El papa latinoamericano que soñó con una Iglesia de todos ahora descansa bajo una losa de mármol de Liguria, la tierra de sus raíces. Su funeral reunió a representantes de más de 160 países y también a los más humildes, reflejando la vida de un pontífice que siempre quiso abrazar a toda la humanidad.

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