Leyendas del pago

Afirman que monja fantasma apareció en el Convento San Bernardo

La aparición fantasmal fue un punto de conversación en la Salta de antaño.

El Convento San Bernardo posee innumerables leyendas e historias, debido a la antigüedad de su construcción este edifico vio el transcurrir de los salteños por siglos. Es así que entre sus paredes guarda historias de milagros, casos policiales, y hasta de hechos paranormales. Esto último sin duda genera en el común de las personas una curiosidad, tal como la que se generaba cuando escuchábamos cuentos de terror en nuestra niñez.

Una de esas historias tiene que ver con una aparición fantasmal que habría ocurrido en el Convento y de las cual se hablo por muchos años, siendo un punto de conversación en la Salta de antaño.

El hecho misterioso habría ocurrido en la década de 1960, cuando un día taciturno los vecinos del Convento fueron llamados a una exequia fúnebre en la iglesia del monasterio carmelita, al ser convocados por un campanazo luctuoso, las personas devotas se apersonaron al templo, para presentar sus respetos y claro para saber quién había fallecido. (Era común en esas épocas las campanas llamasen con diferentes tañidos a las honras eclesiales, las personas desde el pasado ya sabían distinguir los repiques, unos rápidos y alegres eran correspondientes a una fiesta o celebración por algún santo, o alguna noticia buena, otros mas lentos y triste eran sinónimo de alguna desgracia, defunción o noticia mala.)

Al llegar al sitio sagrado, se llevaron la sorpresa de que era una de las hermanas quien había partido al otro mundo. Se conocido que la occisa habría muerto en horas de las vísperas, alrededor de las 18 hs.

Las monjitas del convento aun se regían y rigen por las horas canonícas. Sus vidas religiosas están enmarcadas como lo hacían en las abadías medievales en la antigüedad, las cuales comenzaban con diferentes rezos y lecturas bíblicas con las llamadas Laudes y Maitines a las 5 de la maña, luego la Hora Tercia a las 9 de la mañana, seguido por el Ángelus a las 12 del mediodía, después la Hora Nona o sea a las 3 de la tarde, continuando con las Vísperas a las 6 de la tarde y terminado con las Completas alrededor de las 10 de la noche.

El velorio de la monjita se llevo a cabo como la tradición lo demanda, pero con la característica de que se lo hacía en el templo del Convento San Bernardo, el cual se lleno de personas quienes curiosas deseaba ver aquella despedida. Las monjas rezaban y cantaban desde el refectorio ubicado al lado del altar, detrás de una gruesa cortina y una reja imponte de hierro con pinches de seguridad que sobresalían, la cual servía para mantener a los curiosos alejado del ese sitio, pero claro dejando expuesto el féretro para su velatorio a cierta distancia de la concurrencia.

Unas pobres luces de velas ambientaban un tétrico y desolador ambiente, típico de esas lúgubres escenas de velatorios. La difunta yacía en su ataúd revestida con su hábito, portando una corna de flores y un ramo en sus manos junto al rosario. La escena se concluía con un murmullo de letanías y rezos propiciados por sus hermanas monjas a los cuales seguían piadosamente la concurrencia.

Al consumar la jornada, llego el Obispo quien recito las oraciones finales, tras lo cual se colocó la tapa del ataúd y con alguna dificultas las monjas trasladaron hacia el interior del convento el féretro, para darle descanso final a la religiosa. Algo que llamo la atención, era que los parientes de la monja estaban aun agarrados a la reja llorando amargamente viendo partir a su ser querido, y murmurando que no los dejaron despedirse como se debía, en especial los padres de la difunta, quienes enojados dijeron que la Madre Superiora no habría permitido esta clase de accionar, ni siquiera cuando aun estaba en agina la pobre religiosa, quien habría pedido como ultima voluntad el poder ver a sus familiares, cosa que no le habría sido concedida.

Es por ello que entre el gentío se comenzó a formar habladurías de que la estricta regla del convento o el severo mandato de la abadesa, le habrían negado su última petición a la extinta y que eso generaría algo muy malo en ese recinto.

Posteriormente, se propagó un fuerte rumor que indicaba que en la puerta del Templo de San Bernardo, durante la hora de la oración, cuando la noche se acercaba con las primeras sombras, se podía observar la figura de una dama. Era como una tenue bruma que revelaba las formas de una mujer cubierta con el vestido de monja. En aquellos tiempos, cuando no habían desparecido aun las costumbres de siglos anteriores, las madres tenían la previsión de llamar a sus hijos antes de que se hiciera la noche. Por lo que al caer la oscuridad se cerraban ventanas y puertas, postigos y entradas de zaguanes, mientras se escuchaban a las madres advertirles a los más pequeños: "Entra que te va agarrar la monja", por lo que los niños raudamente corrían hacia la casa familiar, para estar al cobijo del hogar, y no sufrir ninguna tétrica sorpresa sobrenatural con el supuesto fantasma, que se aparecía en esas horas del crepúsculo tirando al anochecer, a la hora de su entierro, buscando a su pariente para despedirse.

Ya para las 9 o 10 de la noche, no se veía un alma en las calles cercanas al convento, como así también en toda esa Salta aldeana, la cual en muchos sitios carecía de alumbrado público, lo que se prestaba para formular historias y cuentos de fantasmas. Se decía que las campanas que anunciaban "Las Completas", marcaban el fin de la aparición, la cual terminó por desaparecer en años posteriores cuando el progreso se hizo presente, para ir haciendo olvidar aquellas historias capitalinas de antaño, en donde sus edificios históricos guardaron en silencio todas esas fabulas y cuentos de fantasmas, asustos y demás actividades paranormales.

En Imagen una foto antigua del cementerio dentro del Convento San Bernardo y uno de sus patios, como así también su fachada principal./ Evocaciones Norteñas de Juan Oscar Wayar.

Más de Salta