¡Orgullo!

Guillermina Santillán la mujer Wichi que realiza arte con el Chaguar

Es del puesto Los Ranchitos y representa a una nueva generación de mujeres productoras wichis.

Guillermina Santillán vino a Salta en la semana que pasó para mostrar cómo están trabajando y comercializando el chaguar en el Chaco salteño.

Su camino fue largo. Llegó desde la misión wichi Lewetes de Los Ranchitos, un puesto cercano a Los Blancos, distante a 450 km de la ciudad de Salta, sobre la mítica ruta nacional 81, en Rivadavia Banda Norte.

Allí, Guillermina y su esposo Robertino mantienen la crianza de sus 6 hijos en el contexto rural del Chaco salteño, con animales y realizando artesanías. Ella teje con chaguar y él trabaja el palo santo en pequeñas proporciones.

Si bien es un conocimiento ancestral, a partir del trabajo con un proyecto de la fundación Gran Chaco es que comenzaron a ver la actividad de artesano desde otro foco. Entendieron que la artesanía puede ser considerada como un modo de ingreso de dinero importante y extra a la actividad tradicional de los wichis en el Chaco salteño. Ellos siguen criando sus animales.

"A mí me enseñó Avelina Soria a trabajar con chaguar. Es parte del conocimiento tradicional de los wichis, desde la búsqueda de las plantas, el trabajo previo y el tejido. Pero el tema era que antes le dedicábamos poco tiempo, porque como no había precio nos pagaban lo que querían y luego se hacían fortunas en las ciudades. Ahora eso ya cambió, tenemos mejor precio porque negociamos entre todas y nos estamos dedicando a mejorar la calidad", dijo Guillermina.

Para las mujeres tejedoras del chaguar todo el proceso está vinculado con la naturaleza, es un producto que sale completamente de las plantas y realizados con sus propias manos. Las tejedoras tienen un propio lenguaje, que resiste a los sucesivos genocidios que atravesaron la historia. Sus manos tocan otros tejidos, miran las tramas y las van leyendo. Les dicen el origen, el lugar, si hay animales, qué comen; hasta sus pesares. Ahora se organizan, durante todo el año pasado comenzaron a trabajar con la fundación que de alguna manera busca conectar a las mujeres con la tradición ancestral de tejer. Con el tiempo se fueron perdiendo porque los precios eran magros, pero ahora volvieron a los saberes ancestrales del monte para volver a tejer, los tintes naturales (con unos mil colores) y la reforestación de plantas de chaguar, ya que la recolección se realiza a más distancia de las poblaciones.

Las técnicas que trabajan con este proyecto son Aldana Miño, en Morillo, y Catalina Carbajo, en Santa Victoria Este.

"Hace dos años que estoy viviendo en la zona (Santa Victoria Este) y he aprendido de la paciencia de las artesanas, de su constancia, de su vínculo con la naturaleza, de su respeto por los ciclos de la naturaleza. El trabajo que ellas realizan día a día las lleva a tener una relación muy directa y a honrar a la naturaleza, y me parece sencillamente maravilloso poder aprender de ellas y poder aportar mi granito de arena potenciando su actividad", dijo Catalina Carbajo.

"El proyecto tiene un impacto muy positivo para las mujeres, principalmente porque son las beneficiarias directas, pero también, como desde el inicio fue pensado de esta manera, genera un impacto positivo para toda la comunidad y sobre todo para las generaciones más jóvenes, que se ven inspiradas en el compromiso, en el trabajo y la dedicación", amplió la técnica en Santa Victoria Este.

El proyecto de "Recuperación verde" incluye a 13 comunidades del Chaco salteño con 150 artesanas capacitadas y más de 100 en el proceso de reforestación del chaguar. Y con otras 50 mujeres en el aprendizaje de las técnicas ancestrales.

Las capacitaciones son para mejorar las técnicas y para aumentar la producción. Otros de los aspectos importantes que se logró es la integración de las mujeres tejedoras y esto se logró a través de dos viajes, uno a Tartagal, a un taller de vinculación tecnológica, y otro en Salta, donde se socializaron los avances que se vienen dando en un trabajo que se realizó de manera colectiva.

Fuente: El Tribuno

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