La historia que no sabías del Convento San Bernardo
En las vísperas de los casamientos, familiares de las parejas cumplen con un ritual para asegurar que algo no suceda.
En las vísperas de los casamientos, familiares de las parejas cumplen con un ritual para asegurar que algo no suceda.
Si pensamos en costumbres relacionadas a los casamientos que involucren al Convento San Bernardo, quizá lo primero en que pensemos será en las clásicas fotos de la pareja en la explanada de calle Caseros; pero existe otro ritual menos conocido pero cada vez más practicado.
El objetivo del mismo es evitar que suceda aquello que tanto temen quienes están por contraer matrimonio: que llueva justo el día en que se celebra la boda.
Frente a la antigua creencia de que se logra ahuyentar la lluvia enterrando huevos en un jardín, en Salta la tradición mutó y ha derivado en que los días previos al casamiento, algún pariente de la pareja, en vez de enterrarlos, lleva los huevos al convento.
Sobre todo en los principios y fines de año, cuando los casamientos son más frecuentes, la escena se vuelve más cotidiana, según publicó La Nación. Una persona lleva al Convento, atraviesa la enorme puerta de madera de estilo barroco y llega hasta la puerta que está siempre cerrada.
Allí debe golpear una ventana y avisar que trae huevos “para que no llueva el sábado”. Una bandeja giratoria aparecerá por una pequeña puerta, en donde se colocarán los huevos y luego será retirada por las monjas de clausura que viven allí, quienes, a cambio, entregan un pequeño libro con rezos.
La iglesia de San Bernardo fue construida en el siglo XVII y es una de las reliquias arquitectónicas del país. En los primeros años de la Guerra de la Independencia cumplió funciones de hospital y fue sitio de albergue a las bajas de los ejércitos que actuaron bajo las órdenes de Castelli, Belgrano y Rondeau.
En 1820 fue abandonado y comenzó a deteriorarse hasta que, años después, en 1844, una gestión del padre Isidoro Fernández logró que se convierta en convento de clausura y, desde entonces, fue ocupado por monjas carmelitas. En 1941, el tradicional y concurrido convento de San Bernardo fue declarado Monumento Histórico Nacional.
FUENTE: LA GACETA SALTA