La buena del día: egresan del nivel secundario dos hermanas con hipoacusia
Tanto Romina como Lucia nacieron con esa discapacidad auditiva, en ambos casos el problema con la audición les fue diagnosticado durante el primer año de vida.
Tanto Romina como Lucia nacieron con esa discapacidad auditiva, en ambos casos el problema con la audición les fue diagnosticado durante el primer año de vida.
Romina, de 21 años, y Lucía Martínez, de 19, son dos hermanas sordas que luego de luchar por años contra un sistema que no está completamente preparado para brindarles la asistencia educativa adecuada que requerían, lograron egresar del nivel secundario, asistiendo a un colegio común de la ciudad de General Güemes.
Tanto Romina como Lucia nacieron con esa discapacidad auditiva, en ambos casos el problema con la audición les fue diagnosticado durante el primer año de vida, por lo que desde muy niñas ingresaron a Efeta, donde tuvieron la correspondiente estimulación temprana.
Ellas asistieron a la escuela para hipoacúsicos de primero a sexto grado. Debido a que debían viajar todos los días hasta Salta, lo cual requería de un importante gasto en pasajes, decidieron hacer el séptimo grado en la Escuela Nocturna para Mayores Santa Teresita, lo cual podría servirles también como un comienzo hacia la integración.
“Ellas eran muy dedicadas al estudio, en Efeta fueron abanderada y escolta, pero en esta nueva escuela de Güemes la imposibilidad de una comunicación con los demás hacía que las cosas fueran un tanto más difíciles, pero nos apoyamos entre todas y logramos superar esa dificultad , explicó Graciela Tolaba, mamá de las jóvenes.
La dificultad para mantener una comunicación con los compañeros al igual que con los docentes fue un escollo importante para poder relacionarse, en la parte educativa la mamá fue un factor fundamental. “Yo tuve que hacer de intérprete, asistía a clases con ellas, me paraba al frente y les traducía en lengua de señas todo lo que el profesor explicaba, así logramos terminar la primaria , dijo la mujer.
Al año siguiente, decidieron continuar con el nivel medio y se inscribieron en el Colegio Dr. Facundo de Zuviría. Los dos primeros años cursaron sus estudios en el turno tarde, allí contaron con la intérprete Celeste Campo, quien asistía a clases con ellas, su trabajo era abonado en parte por la familia de las alumnas y el resto lo aportaba el municipio.
Para cursar el tercer y cuarto año pasaron al turno mañana, en esta oportunidad fueron asistidas por una nueva intérprete que venía desde Salta. “Contamos con ella para el 3er. y 4° año, luego dejó de venir porque tuvo otra propuesta, no pudimos conseguir quién la remplace, yo no podía porque trabajaba a la mañana al igual que Celeste su primera intérprete, pero ellas insistieron en continuar a pesar de todo , declaró Graciela.
El sacrificio entonces se duplicó, para poder seguir las clases decidieron asistir cada mañana y prestar la máxima atención, al tiempo que grababan las explicaciones del docente. “Ellas llegaban a casa con sus grabaciones, por la tarde eran reproducidas con la presencia de Celeste Campos, quien traducía cada clase en lengua de señas , contó Graciela.
“Ella fue un pilar fundamental en este logro, traducía todos los contenidos para mis hijas, esto se repetía todos los días, fue un gran sacrificio pero ellas nunca se quejaron, eran conscientes de que el esfuerzo para ellas sería más que el doble, pero lograron el objetivo, llegaron a fin de este año como egresadas junto al resto de sus compañeros, para quienes se transformaron en un ejemplo de vida, ellas son unas verdaderas luchadoras , expresó Graciela Tolaba.
Durante los últimos años, Tolaba junto a Celeste Campos dedicaron mucho de su tiempo en generar actividades y crear cursos para transmitir la enseñanza de la lengua de señas. “Nuestra lucha es la de poder transmitir la lengua de señas a la mayor cantidad de personas posible, mientras más gente conozca esta forma de comunicación, más fácil les será a las personas hipoacúsicas integrarse con la sociedad , señalaron.
“Tal vez no nos demos cuenta sobre la impotencia que siente una persona sorda cuando necesita comprar algo en un negocio, en una farmacia, realizar un trámite en una oficina pública o simplemente expresar una dolencia en un hospital, lamentablemente ellos no pueden salir solos, necesitan de alguien que los interprete, un primer objetivo nuestro sería que en cada repartición pública haya un empleado que conozca la lengua de señas, eso sería de muchísima ayuda , finalizó Graciela Tolaba.
FUENTE: EL TRIBUNO SALTA