El folclore está de fiesta: Hoy cumple 67 años el Boliche Balderrama

¿Dónde iremos a parar si se apaga Balderrama?

¿Dónde iremos a parar si se apaga Balderrama?


La Peña Balderrama ya es un escenario mítico de nuestra música que forma parte de la historia de nuestra ciudad. “¿Dónde iremos a parar si se apaga Balderrama? , pregonaban Manuel J. Castilla y el Cuchi Leguizamón para hacer alusión a las innumerables historias y memorias que esconden sus paredes.


El Boliche “Balderrama  nace en Salta en el año 1953, de la mano de los hermanos Juan, Daria y Celestino Balderrama, como un almacén de Ramos Generales, en donde además, se vendían bebidas típicas de la región. Luego comenzaron a frecuentar el lugar las comparsas carnestolendas que antes de ir a desfilar al corso pasaban por el Boliche para comer, beber algo, hacer amistades y también bailar.


Al cabo de unos años, comenzó a funcionar la Picantería Balderrama ubicada entonces en la esquina de Corrientes (hoy San Martín) e Ituzaingó, a unos metros del mercado San Miguel; se dedicaba a la venta de comidas. A la Picantería comenzaron a llegar gente de la talla de Juan Carlos Dávalos, Eduardo Falú, César Perdiguero, que se fue acrecentando con el paso de los años, cuando la presencia de poetas y cantores le confirieron las características propias de un Boliche.

Refugio de poetas y cantores


Por el año 1956, el boliche se traslada a la esquina de San Martín y Esteco, convirtiéndose en el “refugio de los poetas ; se agregan a la concurrencia, gente del ambiente artístico como músicos, poetas y pintores, entre los cuales pueden mencionarse el “Cuchi Leguizamón, Jaime Dávalos, Villegas, Sato, Manuel J. Castilla, Hugo Aparicio, Díaz Bavio, entre otros, que se quedaban hasta la madrugada componiendo música, escribiendo poemas o pintando las paredes, ambiente que le servía de inspiración y reunión.


Estas expresiones artísticas fueron manifestándose cada vez más hasta que se hizo necesario contar con un pequeño escenario y un micrófono para que los concurrentes cantar sus canciones o recitar sus versos. Sin embargo, toda esta vida en cierto modo, tranquila, tuvo un giro brusco e inesperado, cuando una noche, Manuel J. Castilla le dijo a Juan Balderrama que se pasaba tan bien en el boliche, que le iba a hacer una zamba, pero concretar ese deseo demoro más de lo que se esperaba, dos años trascurrieron hasta obtener la rima y la síntesis perfecta.


Cuando estuvo lista, se la dio al “Cuchi Leguizamón para que le pusiera la música. Y después, ya nada fue igual, cambió hasta la clientela, el ambiente se volvió más bohemio y cuando la zamba fue cantada por Mercedes Sosa, la fama del boliche se difundió por todo el país.


Hoy, 67 años pasaron desde su nacimiento y el Boliche Balderrama es conocido tanto a nivel nacional como internacional, lo concurren visitantes de diversos lugares durante todo el año y artistas de reconocida trayectoria quienes renuevan permanentemente el espectáculo.


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