El “Día de la Zamba”, más allá de las controversias folclóricas

En honor a la zamba “Siete de Abril o “La siete de Abril , una pieza cuyos orígenes son materia de discusión para investigadores del acervo cultural nacional, hoy -y en coincidencia con la enigmática fecha que le da el título- se se celebra el «Día de la Zamba». Un repaso de esa historia y una […]

En honor a la zamba “Siete de Abril o “La siete de Abril , una pieza cuyos orígenes son materia de discusión para investigadores del acervo cultural nacional, hoy -y en coincidencia con la enigmática fecha que le da el título- se se celebra el «Día de la Zamba». Un repaso de esa historia y una excusa para poner los pañuelos en el aire y latir al ritmo de la zamba.


Los abuelos tarerean tangos. Las madres, zambas. Al menos es lo que ocurre por estas tierras nicoleñas que tienen tanto de urbe como de verde, de campo y de distancia. Para quienes no somos grandes expertos es quizá el ritmo que más fácilmente identificamos entre los diversos pulsos y formas que tiene ese complejo paquete sonoro que denominamos «folclore».

Al oír un solo compás, ya reconocemos la zamba como tal. Y no es que se trate de una fórmula sencilla. Seguramente que para oídos de otras latitudes, otros países, otras culturas y otras costumbres, la zamba ha de ser un elemento extraño. Seductor, eso sí, con gancho; pero extraño.

Es que se trata de una estructura musical más compleja que otras. De hecho, su ritmo es motivo de controversia. Algunos músicos la definen como una danza puramente en compás de seis octavos. Otros como Juan Falú consideran que en realidad es una danza de ritmo mixto, con una base en tres cuartos y una melodía en seis octavos. Adolfo balos o Hilda Herrera sostienen que ésta es una danza puramente en tres cuartos.

El hecho es que, de tan nuestra, la reconocemos, podemos bailarla sin demasiada torpeza e incluso tocarla en diversos instrumentos, sin necesidad de andar contando compases o anticipando la caída de los acentos. Sencillamente, la sentimos. Es nuestra. Es nosotros.

Es nuestra mamá canturreando versos de Jorge Cafrune. Es nuestro hermano, trayendo la novedad de la zamba cantada con la gravedad de una honda voz uruguaya como la de Alfredo Zitarrosa. Es descubrir que ese cante «jondo» también tiene su raíz en la Argentina, en el folclore que antes no se gritaba tanto, sino que más bien se susurraba (“pobre como una araña , como diría Borges), en las míticas, colosales y siempre conmovedoras voces de Atahualpa Yupanqui y Eduardo Falú.

Es cierto. Es una enumeración caprichosa de cosas que me ocurrieron a mí, que escribo estas cosas. Pero no deja de ser significativo: yo estoy por lo menos una generación después del fenómeno del folclore y la explosión de Cosquín. Hasta incluso llegué a renegar de las largas y trasnochadas veladas televisivas en la vieja ATC.

Elegí otras músicas, como casi todos los de mi generación. Sin embargo, ahí está siempre la zamba elemental. Ahí estuvo la emoción cuando escuché, reescuché y volví a escuchar una y mil veces la zamba que Silvio Scorchelli regaló a su abuelo.


La controversia

Hay demasiadas versiones que nos cuentan por qué el 7 de abril es considerado el «Día de la Zamba Argentina». «Siete de Abril» es una zamba y es también un pequeño pueblo: ambos encierran una fecha, una verdadera incógnita muy dificil de develar…

«La Siete de Abril (zamba)» fue registrada por Andrés Chazarreta, como autor de letra y música, según el registro Nº 3049 de SADAIC, del año 1916. Pero mencionada por algunos como “la madre de las zambas de tres vueltas , seguramente no perteneció a don Andrés, sino de autor anónimo y recopìlada por Chazarreta a principios del siglo pasado.

A partir de ahí, hay una gran disputa entre santiagueños y tucumanos acerca de su origen. Isabel Aretz dice que el autor sería el Ñato Carrillo, violinista tucumano fallecido en 1911. Pero no lo dice por confirmación de ella, sino porque lo sostenía un tradicionalista llamado Rafael Oliva, que era tucumano precisamente. En este caso, 7 de Abril podría referenciarse a la insurrección tucumana de 1840 contra Rosas, que originara que una proclama del Gobernador Marcos Avellaneda contra Rosas, fuera reprimida y con éxito por éste.

El nombre Siete de Abril conmemoraría entonces el levantamiento de 1840, que termina con la cabeza del gobernador Marcos Avellaneda expuesta en una plaza principal durante varios días, frente a la casa de Gobierno, donde un monolito conmemora el hecho

Los santiagueños no creen en esta versión que intenta dar cuenta del título y origen de la zamba. Y piensan que la zamba es originaria de ahí.

Al mismo tiempo, De Cicco deja otra incógnita echando más misterio al tema: el 7 de Abril de 1695 se fundó oficialmente la Ciudad de Catamarca. Los tucumanos no se quedan atrás: 7 de Abril puede referirse a un lugar; en concreto, la localidad tucumana que lleva ese nombre.


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