Día 8: Novena en Honor al Señor y a la Virgen del Milagro
Penúltimo día de la Novena para pedir por el pueblo Argentino.
Penúltimo día de la Novena para pedir por el pueblo Argentino.
Oración para todos los días
1. Acto de Contrición
Dulce Jesús mío y mi crucificado Señor, indigno de ponerme delante de tus ojos, me postro avergonzado a tus pies, confesando la multitud de mis culpas, con íntimo dolor de mi alma por haberte ofendido.
Herido vengo, médico divino, a buscar mi remedio en tu benigna misericordia, y te propongo con todo mi corazón la enmienda.
Dulce amor mío eres sobre todas las cosas, ten piedad de mí; acuérdate, Señor, que tu amor por mí, te puso en esa Cruz y no te acuerdes que yo, como ingrato y desconocido, me olvidé de tu paternal amor.
Si a Ti, que eres mi Padre, no vuelvo los ojos, ¿quién otro se compadecerá de mí? ¡Señor Jesús cómo te ofendí!
¡Quién de dolor muriera a tus pies, pues amándome tanto me atreví a ofender a un Dios tan bueno, tan santo y tan amable!
equé, Padre mío, contra el cielo y contra Ti, ten misericordia de mí.
AMÉN.
2. Oración preparatoria para todos los días
María Purísima del Milagro, con tierno amor te inclinaste a pedir a tu Soberano Hijo, cuando enojado por nuestras culpas, quiso destruir la ciudad de Salta con aquellos espantosos terremotos.
Tú, cual otra hermosa Ester, puesta delante del Supremo Rey de los Cielos, mudando de colores, pediste por la libertad de este pueblo. Concédeme, Madre mía del Milagro, que de tal suerte cambie mi vida, que si hasta aquí he caminado por los caminos de mi perdición olvidado de mi Dios y Señor, de hoy en adelante sólo reine en mi corazón tu maternal amor.
Y que corresponda yo, amante y agradecido, a las obligaciones de hijo de tal Madre. No permitas, Madre mía, que se vea malograda en mí tu poderosa intercesión que todo lo puede conseguir, si no apartas tus purísimos ojos de este miserable pecador.
Concédeme lo que te pido en esta novena, si es para mayor honra y gloria tuya, y bien de mi alma.
AMÉN.
(Se rezan tres Avemarías en honor a la Pura y Limpia Concepción del Milagro).
Día Octavo
Hebreos 9, 11-15 / Hebreos 10, 19-31 / Evangelio según san Juan 6, 35-46
Novena – Día 8
ORACIÓN
¡Bien supremo, soy el que he huido de Ti renunciando a tu amor! Por esto no soy digno de verte y de amarte.
Pero Tú eres Aquel que por piedad de mí no la tuviste de Ti mismo, y quisiste morir de dolor y cubierto de infamia en una Cruz. Tu muerte me da la esperanza de que un día pueda verte y gozar de tu presencia, amándote con todas mis fuerzas.
Ahora estoy en continuo peligro de perderte para siempre, y te he perdido por mis pecados, ¿qué haré durante el resto de mi vida? ¿Continuaré ofendiéndote? No, Jesús mío, yo detesto firmemente los ultrajes que te he hice; estoy arrepentido de haberte ofendido y te amo de todo corazón.
¿Desecharías Tú un alma que se arrepiente y que te ama? No. Sé que has dicho, Redentor mío, que no sabes rechazar a los que se arrojan a tus pies arrepentidos: Al que venga a Mí, Yo no lo rechazaré (Jn 6, 37b).
¡Jesús mío, todo lo abandono y me convierto a Ti! Te abrazo y te estrecho contra mi corazón; dígnate abrazarme y estrecharme en el tuyo.
Si me atrevo a hablarte así, es porque me dirijo a la bondad infinita, y porque hablo a un Dios que ha querido morir por mi amor. ¡Salvador mío, dame la esperanza en tu amor!
¡María, querida Madre mía, te suplico por el amor que tienes a Jesucristo, alcánzame la perseverancia! Así lo espero y así sea.
Dulcísimo Señor del Milagro, perdona mis pecados y libra, por tu misericordia, a la ciudad de Salta y a tus devotos de todo castigo. Concédenos esta gracia, por intercesión de nuestra Protectora, tu dulcísima Madre, la Inmaculada Virgen del Milagro.
AMÉN.
ATRIBUTOS DE MAR A
FUENTE DE AGUAS VIVAS
Purísima Virgen del Milagro, María, Madre admirable, milagro de la gracia, el octavo atributo que simboliza tu original pureza, es el ser Fuente de Aguas.
Concédeme, Madre mía, cual sediento ciervo que busca las aguas, corra a beber de aquellas cinco fuentes que por mí derramó mi dulce Jesús en el madero santo de la Cruz.
Que, atraído de las dulzuras que comunican aquellas santísimas llagas, lave en aquellas purísimas aguas las muchas manchas con que he afeado mi alma, para que, cuando venga mi Señor a juzgarme y aparezca en el cielo aquel madero santo de la Cruz, llore lágrimas de consuelo al ver que, aunque desprecié la Fuentes de Aguas vivas, la Cruz fue la llave que me abrió las puertas de la gloria.