Milagro para el Mundo

Novena en Honor al Señor y a la Virgen del Milagro: día 8

Penúltimo día de la Novena al Señor y Virgen del Milagro.

Oración para todos los días

1. Acto de Contrición

Dulce Jesús mío y mi crucificado Señor, indigno de ponerme delante de tus ojos, me postro avergonzado a tus pies, confesando la multitud de mis culpas, con íntimo dolor de mi alma por haberte ofendido.

Herido vengo, médico divino, a buscar mi remedio en tu benigna misericordia, y te propongo con todo mi corazón la enmienda.

Dulce amor mío eres sobre todas las cosas, ten piedad de mí; acuérdate, Señor, que tu amor por mí, te puso en esa Cruz y no te acuerdes que yo, como ingrato y desconocido, me olvidé de tu paternal amor.

Si a Ti, que eres mi Padre, no vuelvo los ojos, ¿quién otro se compadecerá de mí? ¡Señor Jesús cómo te ofendí!

¡Quién de dolor muriera a tus pies, pues amándome tanto me atreví a ofender a un Dios tan bueno, tan santo y tan amable!

Pequé, Padre mío, contra el cielo y contra Ti, ten misericordia de mí.

AMÉN.

2. Oración preparatoria para todos los días

María Purísima del Milagro, con tierno amor te inclinaste a pedir a tu Soberano Hijo, cuando enojado por nuestras culpas, quiso destruir la ciudad de Salta con aquellos espantosos terremotos.

Tú, cual otra hermosa Ester, puesta delante del Supremo Rey de los Cielos, mudando de colores, pediste por la libertad de este pueblo. Concédeme, Madre mía del Milagro, que de tal suerte cambie mi vida, que si hasta aquí he caminado por los caminos de mi perdición olvidado de mi Dios y Señor, de hoy en adelante sólo reine en mi corazón tu maternal amor.

Y que corresponda yo, amante y agradecido, a las obligaciones de hijo de tal Madre. No permitas, Madre mía, que se vea malograda en mí tu poderosa intercesión que todo lo puede conseguir, si no apartas tus purísimos ojos de este miserable pecador.

Concédeme lo que te pido en esta novena, si es para mayor honra y gloria tuya, y bien de mi alma.

AMÉN.

(Se rezan tres Avemarías en honor a la Pura y Limpia Concepción del Milagro).

Día Octavo

Hebreos 9, 11-15 / Hebreos 10, 19-31 / Evangelio según san Juan 6, 35-46

Novena - Día 8


ORACIÓN

¡Bien supremo, soy el que he huido de Ti renunciando a tu amor! Por esto no soy digno de verte y de amarte.

Pero Tú eres Aquel que por piedad de mí no la tuviste de Ti mismo, y quisiste morir de dolor y cubierto de infamia en una Cruz. Tu muerte me da la esperanza de que un día pueda verte y gozar de tu presencia, amándote con todas mis fuerzas.

Ahora estoy en continuo peligro de perderte para siempre, y te he perdido por mis pecados, ¿qué haré durante el resto de mi vida? ¿Continuaré ofendiéndote? No, Jesús mío, yo detesto firmemente los ultrajes que te he hice; estoy arrepentido de haberte ofendido y te amo de todo corazón.

¿Desecharías Tú un alma que se arrepiente y que te ama? No. Sé que has dicho, Redentor mío, que no sabes rechazar a los que se arrojan a tus pies arrepentidos: Al que venga a Mí, Yo no lo rechazaré (Jn 6, 37b).

¡Jesús mío, todo lo abandono y me convierto a Ti! Te abrazo y te estrecho contra mi corazón; dígnate abrazarme y estrecharme en el tuyo.

Si me atrevo a hablarte así, es porque me dirijo a la bondad infinita, y porque hablo a un Dios que ha querido morir por mi amor. ¡Salvador mío, dame la esperanza en tu amor!

¡María, querida Madre mía, te suplico por el amor que tienes a Jesucristo, alcánzame la perseverancia! Así lo espero y así sea.

Dulcísimo Señor del Milagro, perdona mis pecados y libra, por tu misericordia, a la ciudad de Salta y a tus devotos de todo castigo. Concédenos esta gracia, por intercesión de nuestra Protectora, tu dulcísima Madre, la Inmaculada Virgen del Milagro.

AMÉN.

ATRIBUTOS DE MARÍA

FUENTE DE AGUAS VIVAS

Purísima Virgen del Milagro, María, Madre admirable, milagro de la gracia, el octavo atributo que simboliza tu original pureza, es el ser Fuente de Aguas.

Concédeme, Madre mía, cual sediento ciervo que busca las aguas, corra a beber de aquellas cinco fuentes que por mí derramó mi dulce Jesús en el madero santo de la Cruz.

Que, atraído de las dulzuras que comunican aquellas santísimas llagas, lave en aquellas purísimas aguas las muchas manchas con que he afeado mi alma, para que, cuando venga mi Señor a juzgarme y aparezca en el cielo aquel madero santo de la Cruz, llore lágrimas de consuelo al ver que, aunque desprecié la Fuentes de Aguas vivas, la Cruz fue la llave que me abrió las puertas de la gloria.

AMÉN.

3. Oración a la Virgen del Milagro

Soberana Emperatriz de los cielos y la tierra, dulcísima Madre de pecadores, Madre del Milagro, en esta, tu elegida ciudad, en la cual muestras tu amor, mírame con semblante risueño. Aunque pecador y desagradecido, soy hijo tuyo, y te venero y amo como a Madre amorosa y admirable.

Creo que si en mí empleas tus purísimos ojos, no me ha de desamparar mi Señor Jesucristo; porque a los que Tú tienes bajo tu patrocinio, Él les muestra especial amparo.

Te imploro, Madre mía del Milagro, que no desprecies mis ruegos.

Si cuando no te busqué como pecador, Tú solicitabas mi amistad porque deseabas mi salvación, ¿cómo ahora, que con tanta ansia te busco, me has de negar tu amparo, tu patrocinio y favor?.

Merezca yo tu poderoso brazo, ahora que arrodillado te pido me lleves de la mano a tu amado Hijo crucificado, para que, viendo mi dolor y arrepentimiento de mis culpas y pecados, que deseo sean mayores que los que han tenido los más penitentes Santos del mundo, me atraiga a Él y me dé a beber de aquella Sangre de su amoroso costado, que es todo el precio de nuestra redención, y viva sólo en Él, huyendo del mundo y de mi mismo.

AMÉN.

(Se reza un Credo a Cristo Crucificado).

4. Oración al Señor del Milagro

Amantísimo Jesús mío, hermosura eterna de la gloria, Tú eres mi Dios crucificado y todo mi bien. Justo Juez y piadoso Padre, no contento tu amor con haber bajado del cielo a la tierra a buscar al pecador; haber derramado tu sangre en el altar de la Cruz y haber instituido el Sacramento Eucarístico de tu Cuerpo y Sangre en la Santa Misa, quisiste venir en tu milagrosa imagen a esta ciudad de Salta, a buscar como Pastor Divino a la oveja perdida.

Cuando más olvidada andaba de tu singular amor, hiciste estremecer la tierra con espantosos terremotos, y revelaste a tu siervo que no cesarían hasta que te sacasen por las calles. Te suplico, mi Dios crucificado, por tu mansedumbre sosiegues la inquietud de mi espíritu, para que pueda corresponder agradecido, buscándote sólo a Ti, descanso de mi alma y mi único bien.

Si por haberte ofendido temblase mi alma de llegarse a Ti, dale voces desde esa Cruz, diciéndole: "Mira, hijo mío, cuánto sufro por tu amor, y tú, ¿qué es lo que haces por Mí, sino solo ofenderme?

Ven a mis brazos, que Yo clamaré a mi Eterno Padre diciendo: ?Padre, perdona a este hijo ingrato, que no ha sabido lo que ha hecho al haber despreciado a su Dios y Redentor"

Si todavía tu amor retira de mí los ojos de su piedad por mi ignorancia e ingratitud, mira a tu Madre, María Santísima del Milagro, mi Protectora, por cuyos méritos y piadosa intercesión, espero se calmarán tus enojos, y me darás la gracia para que pueda servirte en esta vida y alabarte en la eterna.

AMÉN.

5. Doce Estrellas del Cielo de María

I. Dios te salve, Madre Reina de los Cielos, esperanza nuestra, refugio y consuelo.

II. Virgen del Milagro, gloria de este pueblo, en quien siempre halla todo su remedio.

III. Si son nuestras culpas muchas en extremo tus misericordias son más con exceso.

IV. Ya el castigo estaba sobre nuestros yerros, más lo detuvieron tus piadosos ruegos.

V. Al pie del sagrario allí intercediendo, al perdón pediste de nuestros excesos.

VI. Mudando colores tu semblante bello a entender nos dio tu pena y consuelo.

VII. Empeñabas estabas y echaste Tú el resto, para que el castigo no tuviese efecto.

VIII. "Perdona ?decías mi Dios a este pueblo, si no la corona de Reina aquí dejo.

IX. "Yo por fiadora salgo es este empeño, y a mi cuenta corre no más ofenderlo"

X. Confundirte quiso el dragón soberbio, pero con tu planta le quebraste el cuello.

XI. Haz, Madre y Señora, que todos logremos el fruto, después de este destierro.

XII. En esta novena que humilde hacemos, nuestra petición por tu amor logremos.

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