¡Felicidades!

Cumplió 101 años una de las primeras profesoras universitarias salteñas

Elodia Cortés se recibió de Profesora en Filosofía y Letras en la Universidad Nacional de Tucumán y llegó a ser vicerrectora del Colegio Nacional.

El miércoles 5 de octubre, Elodia Cortés cumplió 101 años. Nunca se imaginó que llegaría a tantos, pero lo hizo. Con mucha inteligencia y coraje, cuando muy pocas lo hacían, dejó su casa materna en Salta para ir a estudiar en la Universidad Nacional de Tucumán. Le costó mucho el desarraigo, pero logró terminar la carrera y recibirse de Profesora en Filosofía y Letras.

A fines de la década del 40, volvió a la provincia con su título y rápidamente comenzó a ocupar cargos en colegios confesionales y también en públicos nacionales de gran prestigio. Fue parte de la primera camada de mujeres docentes universitarias salteñas, cuando incluso muy pocos varones tenían título de grado.

Su tío, monseñor Carlos María Cortés, ayudó a convencer a sus padres para que tanto ella como su hermana, Arminda, quien estudió Medicina en Córdoba, pudieran realizar estudios superiores. En Salta, el título más alto al que podían aspirar las mujeres era el de maestra, que ni siquiera implicaba tener el secundario completo.

Una vez instalada de vuelta en la provincia como profesional, Elodia trabajó en el colegio Santa Rosa de Viterbo, donde había estudiado, y en el colegio Nuestra Señora del Huerto. Fue profesora en la Escuela Normal de Comercio "Dr. Adolfo Güemes", en la Escuela Normal, en la Escuela Nacional de Comercio N° 2 y en el Colegio Nacional "Dr. Manuel A. Castro", donde llegó a ser vicerrectora.

Elodia no se casó nunca ni tuvo hijos y cree que quizás por eso llegó a vivir tantos años y tan bien. Todavía hoy lee por largas horas, hace sopa de letras y camina casi un kilómetro por día. "El no tener hijos me ayudó, por supuesto, porque no estaba pendiente de nadie", confesó.

En su juventud, Elodia estuvo de novia con el escritor Holver Martínez Borelli, a quien valoraba mucho: "Era único, extraordinario. Lo considero irreemplazable. Era muy inteligente y culto. Tenía muchos valores que no se encuentran así nomás. Él era distinto a los demás".

Recuerda que ella siempre fue muy aguerrida y no se dejaba torcer por colegas ni superiores. "No era mansita ni dominable", aseguró. Comentó que era "dominante, muy agresiva y tenía bajo los talones a cualquiera".

Una vez, tuvo que reclamar en el Colegio Nacional porque le dieron más horas de Filosofía al padre Escobar Saravia, cuando este no tenía título docente. Así, consiguió que se respetaran estas horas que le correspondían.

Durante sus años como estudiante y como profesora, se codeó con personajes reconocidos en el ámbito cultural. Fue alumna de Enrique Anderson Imbert; colega de Gustavo "Cuchi" Leguizamón y profesora de Jacobo Regen, Juan Carlos Saravia y Eduardo Subirana Farré, el mago Piuman, por nombrar algunos.

Fue destacada por dirigir obras de teatro con sus alumnos, por iniciar bibliotecas en los colegios donde trabajaba y por darles a leer a los chicos libros que en ese momento no eran considerados los más "adecuados" y que nadie les hacía leer. "Era un ataque de audacia eso. Yo me rebelaba ante montones de cosas con toda tranquilidad; no tenía miedo. Tenía a los trotes a la gente, inclusive a los varones", expresó.

Si bien siempre cumplió con los pedidos de los directivos, se las ingeniaba para brindarles a sus estudiantes un aporte extra para aprender. Así, junto a su colega, Leonor Fernández de Zunino, promovía el trabajo de los alumnos por equipos para fomentar la lectura, siguiendo propuestas pedagógicas que eran novedosas para la época y que aún hoy resultan disruptivas en sistemas educativos tradicionales. El método se llamaba "Lectura creadora".

Como docente, acompañó a un grupo de alumnos a su viaje de egresados, en Chile, donde hubo un temblor que la asustó mucho.

Siempre comprometida con su realidad e imbuida de las ideas revolucionarias que había en la universidad, marchó en Tucumán contra los militares que tomaron el Poder durante los años 40 del siglo pasado.

Contó que, cuando ella era chica, Salta tenía clases sociales muy marcadas. "Esas cosas tontas", evaluó. Cuestionó esta estructura que subsiste hasta la actualidad y que lleva a que una persona "valga más" que otra por pertenecer a cierta familia o tener cierto apellido. "Salta es clasista. Es una estupidez. Hay gente que pertenece a ese grupo que ellos lo tienen clasificado y no valen nada, son comunes. Sin embargo, ellos la tienen en el altar. En cambio, hay gente valiosa que la tienen apartada del grupo. Eso sigue ahora; no sé por qué Salta es así", apuntó.

Cuando era niña, Elodia vivió en el Chaco salteño, porque su papá, Daniel Cortés, era maestro rural y fue nombrado director de una escuela en una comunidad originaria. "Él era valiente, se arreglaba con los indios (sic) perfectamente. Parecía cacique, tenía carácter pero era bondadoso y se llevaba muy bien con ellos", contó, saboreando el buen recuerdo que tiene de esa época.

Elodia siempre recuerda a un pariente que fue teniente de Martín Miguel de Güemes, de apellido González, cuyo aporte a las guerras por la emancipación figura en el monumento al Héroe nacional.

Desde hace algunos años, vive con su sobrina, Leda Reuter y el marido de ella, Cristóbal Ponce Peñalva, quienes junto a Felisa Guaimás y las hijas del matrimonio la acompañan y cuidan con mucho amor.

Fuente: El Tribuno Salta

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