La tenés que conocer / La caverna donde vive el diablo, una verdadera joya de la naturaleza

Se trata de un túnel de 111 metros de extensión en cuyo interior quedó atrapada la prehistoria. 

Se trata de un túnel de 111 metros de extensión en cuyo interior quedó atrapada la prehistoria. 


Desde sus primeras incursiones organizadas hace apenas 20 años, la Caverna del Diablo atrae a científicos de todo el mundo y aficionados al turismo de aventura, pero requiere de una profunda toma de conciencia sobre la necesidad de preservar intacta esta formación geológica milenaria. Se trata de un túnel de 111 metros de extensión en cuyo interior quedó atrapada la prehistórica.


Ubicada a más de 3.000 metros de altura, enmarcada por un paisaje de prepuna sembrado de volcanes y desfiladeros interminables, la caverna del Puente del Diablo, en jurisdicción de La Poma, congregó en los últimos tiempos a biólogos, licenciados en Recursos Naturales, espeleólogos, antropólogos, guías turísticos, periodistas y aficionados a los deportes de riesgo del país, Francia y Paraguay, quienes coincidieron en que se trata de una formación geológica única en su tipo y “una verdadera joya de la naturaleza en Salta”.


Fue un curso de espeleología dictado por la Federación Argentina de Espeleología (FADE) en 2009, cuyas prácticas se desarrollaron en la caverna, lo que permitió a diversos especialistas recolectar valiosa información y también dar a conocer al mundo su existencia, celosamente guardada por las comunidades locales.


La primera campaña de reconocimiento del lugar se cumplió en 1999 y estuvo encabezada por Luis Carabelli, de la FADE, quien presentó un informe sobre el hallazgo durante el Congreso Argentino de Espeleología del año 2000.


A partir de allí, la zona fue estudiada por especialistas, quienes detectaron su riqueza inigualable en cuanto a recursos cársticos y su fauna, totalmente relacionada con el ambiente hídrico. Luego surgió un proyecto para articular la preservación del recurso y un plan de manejo turístico con la idea de convertirlo en un disparador del desarrollo local, pero no prosperó por diferentes motivos. La caverna tiene una longitud de 111 metros y se encuentra en plena evolución. En ella se introduce el cauce del río Calchaquí, que la atraviesa de punta a punta.


El lugar es conocido desde la antig edad, ya que su techo fue utilizado por los pueblos originarios como puente natural para cruzar ganado, pero las creencias y leyendas del lugar, que aseguran que en su interior vive el Diablo, la mantuvo durante siglos sin ser explorada, hasta hace dos décadas.


Un peligroso desfiladero


A la cueva se accede por un desfiladero de más de 100 metros desde el sendero mencionado. A medida que se desciende pueden observarse dos galerías fósiles, mientras que en el fondo de la cañada se encuentra el acceso a la galería principal por donde se introduce el río de aguas heladas.


Su caudal es importante y aumenta su fuerza de arrastre favorecido por la pendiente y la estrechez de la caverna, cuyo desnivel entre los extremos es de 1,5 metros.


El primer sector consta de una amplia sala donde se puede transitar de pie. Desde este punto, mirando hacia la entrada, se observa en el agua una tonalidad verde, producto de la presencia de algas fotosintéticas, lo que indica la radicación de productores primarios en el ecosistema de la caverna.


Estas algas, más la materia que arrastra el río, son aprovechadas por una colonia de cangrejos que se agrupan en los remansos. Coladas estalactíticas y estalagmíticas cubren todo el nivel cementando, incluso troncos y ramas arrastradas. La sala se va estrechando hasta transformarse en una galería de un metro de ancho, aumentando considerablemente la profundidad del agua, llegando en algunos tramos a los 1,7 metros.


A medida que se avanza, la altura del techo baja hasta obligar a hacer el recorrido gateando, con apenas 15 centímetros entre el nivel del agua y el techo.


El extremo de salida se amplía formando una nueva sala donde el río pierde profundidad. Es un viaje por el interior de la tierra con todos los condimentos que puede soñar un científico o un turista.


Se trata de una caverna de 111 metros de extensión en cuyo interior quedó atrapada la geología prehistórica. Estuvo hasta hace dos décadas sin explorar (científicamente) por creencias populares que la señalaban como la morada de Lucifer.


Un viaje fascinante por las venas de la tierra

Las frías y cristalinas aguas del río Calchaquí marcan el ingreso.



Curiosas formas esculpidas por el agua


Sólo una película de ciencia ficción puede compararse con la sensación de explorar las arterias mismas de la Tierra expuestas en el Puente del Diablo, puerta de entrada a un mundo mágico y prehistórico, casi inexplorado, de una extraña belleza y misterio incomparable.


Las frías y cristalinas aguas del río Calchaquí bajan furiosas desde El Acay para marcar el camino de ingreso al interior de sus galerías fósiles, en cuyas paredes se puede apreciar una infinita combinación de colores y texturas que las convierten en verdaderas “obras de arte naturales .


Caprichosamente, agua y minerales se empeñan en esculpir en sus paredes internas figuras y rostros humanos, demonios y seres mitológicos, que no hacen más que justificar las antiguas leyendas y el respeto temeroso de los lugareños a este lugar donde aseguran que “vive el Diablo .


Enormes colmillos, garras y hasta el propio rostro de “Mandinga , conformados por cientos de estalactitas y extrañas formaciones geológicas, brotan imponentes desde el techo y paredes como una última señal de advertencia, antes que la penumbra se apodere del lugar y el cauce nos empuje al corazón de la caverna, donde los pasillos se enangostan, el agua nos inunda y la oscuridad es la única reina sempiterna.


Cuando se ingresa a la caverna y se transita por sus pasadizos, crece la sensación de embarcarnos en un viaje por la prehistoria.


Fuente: El Tribuno Salta


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