La historia detrás de los milagros de San Cayetano

La Iglesia Católica lo reconoce como el santo de la providencia, patrono del pan y del trabajo.

La Iglesia Católica lo reconoce como el santo de la providencia, patrono del pan y del trabajo.




San Cayetano fue beatificado el 8 de octubre de 1629 por el papa Urbano VIII y canonizado el 12 de abril de 1671 por el papa Clemente X. Desde entonces, la Iglesia Católica lo reconoce como San Cayetano, el santo de la providencia, patrono del pan y del trabajo.




Durante su juventud, Cayetano di Thiene servía y visitaba a las personas desamparadas. Su amor a Jesucristo y al prójimo lo llevaron a consagrarse a ellos. Así —cuentan los investigadores de su vida— fundó un hospital en Venecia en el que encontró a una joven que estaba a punto de perder una pierna devorada por la gangrena. Envuelto en su fe le sacó la venda, le besó la pierna herida e hizo la señal de la cruz frente a ella. Al otro día, los médicos que preparaban a la muchacha para la amputación vieron que estaba curada.






Ese fue el primer milagro que se le atribuyó a Cayetano y que lo encaminó a dedicarse a buscar en la religión su lugar.






 Amaba a Jesús e imitaba su compasión: pedía ayuda a sus familiares para socorrer a los pobres campesinos.








Cayetano di Thiene llegó al mundo 1 de octubre de 1480 en Vicenza (Italia) en el seno de la familia de los condes de Thiene. Fue el último de los tres hijos del conde Gásparo di Thiene —un militar que murió en 1492— y de la condesa María Da Porto, una laica que se consagró a la orden de Santo Domingo.






Fue bautizado con el nombre de un tío que era canónigo docente de Derecho en la Universidad de Padua, fallecido poco antes de su nacimiento.








Cayetano vivió en total austeridad y sus promulgaciones de pobreza enojó a los clérigos que querían seguir disfrutando de las comodidades



En 1503, recibió el doble doctorado en Derecho Civil y Canónico por la Universidad de Thiene. Poco más tarde, fue nombrado protonotario apostólico en la corte del papa Julio II, en Roma.






Desde ese lugar ayudó a reconciliar a la Santa Sede con la República de Venecia y posteriormente se retiró de la vida cortesana, en 1513, para fundar una sociedad de sacerdotes y prelados, el Oratorio del Amor DivinoEn 1514 fue ordenado sacerdote.






Ya dedicado de lleno a la vida religiosa fue confesor y fundó el Ospedale degli Incurabili, un hospital para enfermos incurables donde conoció a la joven del primer milagro.






Corría 1515 cuando Martín Lutero peleaba en Alemania contra el comercio de indulgencias, lo que terminaría dividiendo a la Iglesia. Cayetano dedicaría su vida a luchar contra la Reforma protestante luterana.






 Fue un presbítero italiano, fundador de la Orden de Clérigos Regulares Teatinos. En 1671 fue proclamado santo por el papa Clemente X. Se le conoce como Santo de la Providencia, Patrono del pan y del trabajo.






En la consolidación de su acciones, fundó la Orden de los Teatinos o de los clérigos regulares (que tenía el objetivo de servir a los más pobres y la misión de renovar el espíritu) que fue aprobada por Clemente VII el 24 de junio de 1524 y confirmada definitivamente en 1532. A ellos sumó la labor misionera de los sacerdotes.






Más tarde fundó la organización de beneficencia Monte di Pietà (luego Banco de Nápoles) y en Venecia se asoció con Jerónimo Emiliani —un noble laico que decidió dedicarse a los pobres y huérfanos— a quien ayudó a fundar otra orden de clérigos regulares, la Orden de los Padres Somascos.






Cayetano vivió en total austeridad y sus promulgaciones de pobreza enojó a los clérigos que querían seguir disfrutando de las comodidades, pero cientos de jóvenes romanos se unieron a la vida de Clérigos Regulares que Cayetano proponía. 






Murió el 7 de agosto de 1547, a los 67 años, a causa de una enfermedad.






Los milagros que lo convirtieron en santo








La cruz de madera y la imagen de la Virgen María, los emblemas de Cayetano.



La historia de Cayetano cuenta que debido a su afán de dar siempre comida a los pobres llegó el momento en que en su casa no había quedado para comer. Entendiendo la necesidad de su madre, se dirigió al altar en la puerta del Sagrario donde estaban las hostias y dijo: “Jesús amado, te recuerdo que no tenemos hoy nada para comer”. Al rato llegaron unas mulas con gran cantidad de provisiones, y los arrieros no quisieron decir de dónde las enviaban.






Fueron la dedicación al servicio, su bondad y el amor de sus seguidores los hechos más relevantes que lo convirtieron en beato para honrar su vida.






Ya consagrado santo, Cayetano siguió haciendo milagros: cuentan que en épocas de sequía, un campesino le pidió que interceda por la falta de agua y, a modo de agradecimiento, le dejó una espiga de trigo a los pies de su imagen. Tres días después, llovió tanto que la ciudad se inundó.






Cuatro décadas después, en plena crisis económica de 1930, un sacerdote se comunicó con algunos fieles para aconsejarles que rezaran al Santo de la Providencia para cambiar su suerte. Los que lo hicieron mejoraron su situación.






La fe por el santo de los humildes fue trasmitida de boca en boca y el noble, que en rechazo a la relación entre la corrupción y el poder vivió con total austeridad y ayudando a los más necesitados, se convirtió en el más amado.






Fue beatificado el 8 de octubre de 1629 por el papa Urbano VIII y canonizado el 12 de abril de 1671 por el papa Clemente X. Desde entonces, la Iglesia Católica lo reconoce como San Cayetano, el santo de la Providencia, Patrono del pan y del trabajo.






 Al llegar a la vida clerical no pudo pasar por alto el lujo que proliferaba en los palacios ante la miseria de los suburbios, eso lo angustió y se propuso “no dejar de luchar hasta que vea a los cristianos correr hambrientos para nutrirse del Pan Sagrado .






Cayetano y el Niño Dios












“Deseo ser sacerdote en el corazón de Cristo”, había escrito a los 36 años antes de recibir los votos. En la Navidad de 1517, en Roma, mientras estaba en oración vive la experiencia que terminó de marcar su vida.






“María me invita a alzar al niño. ¿Qué hice yo para merecer dicha tan grande?”, dejó testimonio del momento de oración frente a la Virgen cuando la escuchó y le ofreció al niño en sus brazos.






Debido a esa visión, la imagen del santo tiene al niño en brazos.






Su vida llegó a la Argentina de la mano de Mama Antula, la laica que podría convertirse en la primera santa argentina.


Fuente: INFOBAE




Esta nota habla de:

Más de Buenas noticias