Juan Falú

Juan Falú toca esta noche en Salta y es un privilegio. Un maestro, de los grandes, de la guitarra criolla, del repertorio folklórico tradicional y el que renueva raíces, llega con el material de su nuevo disco “Como el aire”, acompañado por Juan Carlos Marín en bandoneón, por Mara Szachniuk en voz, Brenda González y […]

Juan Falú toca esta noche en Salta y es un privilegio.


Un maestro, de los grandes, de la guitarra criolla, del repertorio folklórico tradicional y el que renueva raíces, llega con el material de su nuevo disco “Como el aire”, acompañado por Juan Carlos Marín en bandoneón, por Mara Szachniuk en voz, Brenda González y Cristian Godoy en danza y los textos a cargo de Hernán Viaggio. Será a partir de las 22, en la sala mayor de la Casa de la Cultura (Caseros 460), y en esta charla , Falú cuenta de qué va su nueva obra.


-¿Qué quiso contar en este disco?


-Uno hace los discos para que quede registrada la música que uno hace, es un documento que testimonia las obras que uno va haciendo. En este disco hay obras instrumentales y otras cantadas, con Florencia Bernales y Bárbara Streger, en flauta. Son composiciones mías, y me di cuenta que, sin que lo haya planificado, tengo una tendencia a honrar o recordar personas con las que me crucé en la vida, algunas que fueron amistades, otras fueron relaciones artísticas o simplemente una persona querida ME di cuenta de que muchos temas están dedicados o inspirados en esas relaciones Eso no surge de una planificación, ni de una idea previa. Algunas obras son versiones nuevas tambien .


-¿Se reconoce en la nostalgia en esta manera de escribir música?


-Sí, creo que hay un dejo de nostalgia, pero creo que es algo bastante evidente para mí mismo que hay un manto de melancolía en mi manera de hacer música o de vivirla. No me pesa en absoluto, al contrario. Me parece una buena calidad. La melancolía es el vehículo privilegiado de los afectos. Es simplemente así, y a pesar de ese mundo siempre fui un compositor e intérprete de chacareras y gatos, que aparecen como elemento compensador de esa melancolía.


-¿Qué lectura hace de la nueva escena que se abre para las políticas culturales con este gobierno?


-Es difícil opinar porque esas políticas no están expuestas. Me preocupa más la reorganización de un campo popular que a veces lo vemos medio desperdigado después del resultado electoral. Para mí el futuro tiene que ver con la organización del protagonismo popular, no veo otra manera de recuperar terreno. Lo otro está todo por verse, ya sabemos cuál es la posición del gobierno, sobre todo en cuanto a la política económica, de regreso a las políticas neoliberales, al mercado y un fuerte apego al sector privado como motor de la economía e incluso de las decisiones del Estado, y yo no estoy de acuerdo para nada con eso. Para contrarrestarlo, habrá que organizar mucho desde este lado.


-¿Cuál es su relación con Salta, no solo en su mapa profesional sino en el afectivo?


– Soy hijo de salteños, mi padre nació en El Galpón y todos los hermanos Falú. Ya no queda ninguno, el último en irse fue Eduardo. El vínculo con Salta viene de ahí, de mis veranos salteños cuando era adolescente, que pasaba todos los años un mes a la casa de mi abuelo Juan Falú, en la calle Uruguay 860. El cerro San bernardo era mi diversión. Era la última que quedaba al pie del cerro, desde el fondo se empezaba a trepar al cerro. En ese patio en las siestas calurosas mi tío Eduardo me enseñó un par de temas que siempre toco, Noche de Catamarca, y el minué de la Ópera de Don Juan de Mozart. Fueron momentos muy importantes en mi vida porque él no sólo me lo enseñó, sino que sabía que yo iba a aprender rápido porque tenía oído musical. Yo tocaba y él me hacía la segunda guitarra, era muy emocionante


-¿Cómo es haber tenido de tío a Eduardo Falú?


-Muy difícil. Tuve que sostener la decisión y lo hice, pero siempre con la sensación de tener un mandato de excelencia, sobre todo de parte de mi padre. No iba a ser fácil. El mandato tenía ese mensaje. Eduardo hay uno solo, y es una idea que comparto. Es extremadamente difícil sentir una plenitud en la opción de uno, pero ha sido mi manera de crecer. No tengo otra opción que seguir adelante con ese mandato, lo voy suavizando internamente, sabiendo que soy lo que soy y hago lo que puedo, pero no puedo quejarme.


 


Alfonsina y el mar – Juan Falú (Salta, 2014)


 


 


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