Huevos de ñandúes y avestruces convertidos en objetos de arte

Rosalba Panza era docente de Matemática y Física; ahora se dedica a su pasión.

Rosalba Panza era docente de Matemática y Física; ahora se dedica a su pasión.


La salteña Rosalba Panza es docente retirada de Matemática y Física, pero dedica gran parte de su tiempo a realizar objetos de arte con cáscaras de huevos de avestruz que compra en el exterior, en México o Estados Unidos, y de ñandú que adquiere en criaderos argentinos. Al ver las obras es difícil imaginar sobre qué están trabajados.


Panza cuenta que menciona que comenzó a trabajar con cáscaras en el 2006: “Siempre me gustó la forma del huevo y antes las imitaba con papel maché hasta que salté a la cáscara”. Es autodidacta en casi todas las técnicas que utiliza, salvo en platería que aprendió con un docente salteño.


“Siempre hice óleo, platería y cerámica. Pero como el huevo es más original me dediqué más”, comenta a LA NACION. Las cáscaras de los huevos de ñandú las compra “siempre” en criaderos autorizados -primero era en uno de Orán (Salta) que cerró y ahora en uno de Buenos Aires-, es la forma de asegurarse de que son infértiles.

“En los criaderos recogen los huevos, los colocan bajo una luz especial para ver si están fecundados. Si lo están, van a incubadora hasta que nace el pichón; sino, retiran el contenido por uno o dos orificios pequeños y venden las cáscaras”, describe. Cuando consiguió, trabajó también con huevos de emu importados: “Son de color negro y, a la luz directa, se ven de un verde oscuro muy bonito. Aprovecho el color y sólo los tallo”.

En sus diseños emplea materiales típicos salteños, como la alpaca, el cuero (incluso de ñandú, “siempre comprado en criaderos autorizados”) ónix y algunas gemas del norte argentino. “La idea es darle una impronta típica de Salta”, apunta. En general las obras en cáscara de huevo van sobre un soporte acorde, trabajado por Panza o por otros artesanos; también son en alpaca, astas de chivo o huesos.

La figura la realiza directamente sobre la cáscara, sin patrón previo, por eso no hay ninguna obra igual a otra. Una vez hecho el dibujo, viene el calado, los cortes o el tallado en el caso de huevos de avestruz que tienen mayor espesor. Para las primeras técnicas usa un torno de mano y fresas diamantadas que no astillan la cáscara; después de ese proceso coloca por dentro una mezcla de polímeros para ganar firmeza.


“Después viene la parte más creativa, que es la pintura y la colocación de cordones, piedras, elementos de alpaca o plata, lo que me parezca que quedará armónico”, relata. Sus obras se exponen no sólo en Salta, sino en Buenos Aires y en Bolivia y también realiza colecciones a pedido como por ejemplo candelabros o alhajeros con motivos especiales como el vino para Cafayate o de culturas aborígenes.


“Son trabajos que mezclan el arte con la naturaleza; lo complemento con distintos materiales en los que voy innovando y probando. Me gustar ir cambiando, jugando”, dice. Las obras se pueden comprar en Salta o a través de las redes sociales. “Muchos compran para enviar a otros países o para ambientar espacios”.


“Estoy full con el arte; a la matemática ya la uso sólo para esto. Estoy siempre atenta a que todo el material provenga de lugares autorizados porque soy una amante de la naturaleza”, resume.













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